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Cruz Azul mereció ganar el Clásico Joven. El conjunto de Robert Dante Siboldi, sobre todo en el segundo tiempo, generó más ocasiones, tuvo el dominio territorial del campo e hizo figura a un Óscar Jiménez que ofreció seguridad, consistencia y fiabilidad en cuestiones que Guillermo Ochoa, no ha solventado del todo bien en la temporada. La justicia no es algo añadido en el futbol, pero hay que ponerlo en valor cuando un equipo es superior al otro en cuanto a las virtudes demostradas en el terreno de juego.
América, más de lo mismo. Un equipo frágil, poco trabajado y que queda a merced del rival en casi todas sus presentaciones. En defensa, una lágrima. A pesar de colocar más jugadores en zona central, las Águilas llegan tarde al balón, no se anticipan a las segundas jugadas y dejan una sensación de desconfianza a cualquier hora del encuentro. Si el América aspiró al empate fue porque en muchos momentos, Jiménez estuvo pletórico. Fiable en las salidas, bueno en reflejos y con jerarquía para ordenar a sus compañeros.
Los de Miguel Herrera no han mejorado. Sobreviven porque atesora pólvora arriba para intimidar, tiene a dos grandes porteros con aura salvadora y cuenta con una profundidad de banquillo importante que ya quisieran muchos equipos en la Liga MX.
En cuanto a ser un equipo con automatismos trabajados, generados y marcados por la labor del entrenador, brilla por su ausencia.
Cruz Azul sigue dejando buenas sensaciones en términos generales. Más allá de que en ciertos partidos se quedaron un poco chatos y sin imaginación para romper defensas bien organizadas, sigue siendo un cuadro con variantes para lastimar, generar y encontrar los caminos de cara al gol. Es un plantel muy completo, con sistemas variados para modificar sobre la marcha y jugadores polivalentes que cumplen en diferentes puestos. Es un equipo con un gol, con un mediocampo fuerte e imaginativo y una defensa rocosa que concede muy poco.
Las Águilas por momentos, dan la sensación que dependen mucho de la intuición. De la inercia y buenas asociaciones que se van generando entre los futbolistas de ataque para tener volumen de juego. Sin embargo, cuando eso no aparece, se notan las vergüenzas. Muchos de sus jugadores no pasan por buen momento. Giovani Dos Santos, muy flojo. El gol ante Chivas, al parecer, fue un espejismo. Sebastián Córdova, sigue jugando a ratos y destellos. Tiene que ser más consistente. Benedetti, va mejorando pero físicamente no se le va a punto. Henry Martín, muy aislado. Cuando no tiene a Federico Viñas al lado, el equipo pierde peso y presencia en el área.
En definitiva, los del Piojo no te invitan a pensar que puedan buscar el título de la Liga MX, pero al mínimo que aprovechen la inspiración de sus individualidades, que sus porteros esten finos a la hora buena y que la suerte acompañe y caiga de cara, el América seguirá ahí, peleando por el título porqué cuenta con la garra, mentalidad y capacidad de sobrevivencia que ha muchos no les sobra precisamente.
Sin embargo, Cruz Azul mereció mayor premio, sufrió una nueva injusticia en el Azteca. No porqué el VAR haya sido decisivo, ya que los dos equipos tienen para quejarse del arbitraje, sino porqué ofreció una buena cara, de un equipo trabajado, con buenas maneras colectivas y un equilibrio táctico importante que le permite dominar el balón, la situación y las ocasiones de los encuentros.
De momento el Cruz Azul, disipó dudas, el América, solo las aumenta. Miguel Herrera sabe lo que tiene y a lo que se atiene. Ya Emilio Azcárraga, dueño del equipo, ha demostrado en más de una ocasión su descontento con el accionar del equipo. Es lo que hay, pero América sabe que la fórmula para ser campeón es ser sólido, mantener la portería a cero y aprovechar las que tenga en el área contraria.
Cruz azul, mantener sus hábitos y correr con la suerte que lo ha abandonado en otras ocasiones porque en lo demás, está muy bien, a pesar de que hay detalles que se pueden pulir todavía más.
