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  • Foto del escritorPresidio Yucatán

LA SAXOFONISTA MARÍA ELENA RÍOS RECUPERÓ SU LIBERTAD POR MEDIO DE LA MÚSICA


Este 2022 se cumplen tres años del intento de feminicidio que sufrió la saxofonista oaxaqueña María Elena Ríos, cuando un hombre le vació ácido en su rostro y cuerpo, dejándola hospitalizada varios meses con graves quemaduras. Hoy lamenta que aún no se haga justicia, pero agradece que después de decenas de cirugías ha podido volver a tocar y sentirse libre.


“Tuve varias intervenciones para que me abrieran la boca, y aún me faltan más, porque la cicatriz es como un plástico y cambia la forma, no podía comer y el no poder embonar mis labios con la boquilla de mi saxofón fue un gran choque, ya no me veía tocando”, recordó, y aunque aseguró que ha sido un proceso duro, ya no tiene lágrimas.

Malena, como le dice su familia, regresó a tocar en marzo; primero se presentó en el evento Mujeres de Viento Florido en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris y después como invitada de La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio en el Vive Latino, shows que le recordaron la felicidad.


“Han pasado más de dos años y medio, y me sentía encerrada. Volver a tocar también fue recordar que estoy viva. Estar en el escenario fue sentirme libre, porque en mi vida lo más importante es la libertad, la cual para una mujer racializada es mucho, porque ahora escuchamos que ser latino no es malo, pero vivirlo sí es, porque representa toda la precariedad que hay en el sistema”, afirmó.


Tras estas presentaciones, busca tocar con mayor frecuencia, se había detenido porque considera que las leyes son tan injustas en este país, que si ven a la víctima feliz, es porque jamás sufrió, pero ya se cansó de frenar sus planes. “A mi agresor le molestaba que yo fuera a tocar y me intentó matar porque yo decidí terminar la relación y seguir con mi vida”, señaló.


SU ACERCAMIENTO A LA MÚSICA

María Elena tenía ocho años cuando sus padres la inscribieron a la banda municipal, y desde entonces supo que era lo mejor que le había pasado. Se enamoró del saxofón por su brillo y su forma, sin embargo, desde esa época fue víctima del patriarcado, ya que el maestro le dijo que era un instrumento muy pesado para ella y le dieron el clarinete, pero estaba determinada a tocar el sax y después de tanto insistir, el metal fue suyo. Su primera separación de esta disciplina fue cuando cumplió 14 años, también por un hombre.


“En esa época no sabía ponerle nombre a las cosas, pero me aleje de la música por el machismo, me dijeron que no podía seguir porque querían puros hombre en la banda principal”, explicó.


Fue hasta que comenzó sus estudios universitarios en Comunicación, en Puebla, que vio que todos sus compañeros se dedicaban a las artes, ahí decidió tocar de nuevo el saxofón, sin saber que años después, por esta pasión y los celos de su pareja, dañarían su vida.

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